viernes, 21 de noviembre de 2008

Francisco y las ranas

Como cada historia de cada día, esta tambien empieza en el despertar. Ese día Francisco se sintió un poco más ligero en comparación con todos los días. Al despertar, como ocurre en el pueblo de las ranas, lo primero que se escucha son los croares; si no es que en los sueños tambien lo haces.

Desde muy pequeño, Francisco era amante de las ranas (usando amante en el sentido de que rendía largas horas de su vida cuidandolas y estudiandolas) Su primera rana probablemente fue Joc, una rana verde menta con lunares azul brillante. Joc fue una de las ranas más raras que alguna vez tuvo. Tenía un caracter muy particular. Amaba perseguir locamente ranas hembras, por donde las hubiera. En ocaciones elaboraba peligrosos saltos con el único objetivo de perseguirlas. Lo más curioso era que, cuando por fín las atrapaba, en vez de tratar de aparearse con ellas (como muchos probablemente pensaron) dormía un rato pansa-arriba sobre el lomo de la hembra. Las hembras no podían quitarselo de encima, ni siquiera dando rápidos saltos (quizas tenía un pegamento fisiologico especial para hacer este tipo de suertes). Cuando Joc había descansado lo suficiente daba un salto y regresaba a las manos de su dueño.

Por las noches era una rana diferente, se la pasaba dormitando, viendo la televisión o leyendo algunos libros. Los libros le encantaban, claro que no podía abrirlos ni darles vuelta a sus páginas, por eso Francisco siempre estaba pendiente de lo que su erudito amigo necesitara.

Probablemente esa fue la razón por la que Francisco leyó tantos libros en tiempos de Joc. Por que al igual que su amigo, él tambien trataba de desifrar lo que palabras tan complejas como "portentoso" o "abigarrados" querían decir. En un principio, Francisco odiaba estar obligado a leer a la misma velocidad que la rana para poder darle vuelta a la hoja; pero era necesario, su amigo no lo dajaba descansar si no leía sus dos o tres capítulos diarios, de libros diferentes. Los libros favoritos de Joc alguna vez fueron El gigante Gargantúa y Pantagruel y la divina comedia, por alguna extraña razón las ranas siempre han sido adeptas a los libros medievales y renacentistas. Tambien le gustaban libros de la época como "Cien años de soledad" o "el laberinto de la soledad"; "el callejón de los milagros" y hasta "el extranjero" de Camus. Y aunque a la mayoría de las ranas no les gustaba leer poesía, Joc disfrutaba profundamente los versos de Lorca y de Neruda, casi como un extasis anfibio.

Regresando al presente. Francisco tiene 19 años y cada vez que dice que es amante de las ranas tiene que decir: "soy amante en el sentido metaforico de la palabra, como un hombre puede amar a la vida o a un cigarro" por que el albur y el doble sentido llegaba hasta el pueblo de las ranas y esa simple frase podía convertirse en una abominable interpretación sexual.


Con el croar perpetuo, que ya casi era como el silencio, Francisco comía pacientemente sus huevos revueltos y frijoles. Había conseguído un trabajo en la biblioteca del pueblo. No conocía un trabajo mejor para él. En la mayoría de las bibliotecas no son permitidos los animales; pero en la del pueblo de las ranas hay hasta secciones especiales para las ranas. No era sorperesa que la biblioteca estuviera llena de ranas leyendo libros sobre las mesas. No era necesario callarlas por que respetaban las reglas y no croaban hasta salir de la biblioteca. Era un trabajo sencillo y bien pagado.


El plan de vida de Francisco no estaba bien forjado aún, por que tenía años de no pensar en él. Aún vivía con sus padres. La semana pasada vino volando hacía él la idea de comprar un apartamento. Desde hace mucho tiempo que ahorraba dinero, sin ninguna intención en especial, solo por habito instintivo. El Domingo estuvo todo el día en la calle viendo departamentos. Entre todos los que había en el pueblo de las ranas había rescatado unos 4 como sus primeras opciones. Su madre aún no despertaba y su padre ya se había ido a trabajar a la ferretería desde las siete de la mañana.


Para las 8 de la mañana ya estaba arreglado y listo para ir a la Biblioteca. Como parte final de su ritual matutino fue a despertar a Elias (la rana que había estado criando en estos últimos días). Era una rana cuya única afición era explorar las posibilidades del sueño. Francisco comprendió que el afan de la rana, por dormír incluso en las avenidas, no era un problema de cansancio o neurológico. Ya que, durante un sueño que tuvo hace unos meses, fue rescatado por una rana purpurea de un dragón horrible(que pudo haber representado una pesadilla) mas tarde se dió cuenta de que aquella rana no era otra que Élías, que con su maestría en dormir había resuelto viajar por los sueño de las personas y las ranas. A menudo tiene largas conversaciones con Elías en los sueños. Para su corta edad (1 año) Elias tenía una enorme sabiduría.


Las calles de siempre le fueron pareciendo más deshabitadas que de costumbre. Elías seguía dormido en su mano. Lo llevaba todos los días a la biblioteca, en ocaciones se levantaba y leía algo de Platón o de Socrates. De pronto vió a unas ranas a lo lejos saltando a toda velocidad hacia la carnicería. Al doblar en la esquina vieron a toda la gente reunída y las ranas en el suelo. Se abrieron paso entre todas las almas para darse cuenta de que Felipe (el dueño de la carnicería) llacía tirado en el piso, ensangrentado, muerto como los cerdos que vendía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola
oie esta muy divertido el cuento .
es de ke te kedas kn ganas de saber ke mas va a suceder. Pero me quede con una duda ... ¿que fue de Joc? bueno ps como quiera esta muy interesante el cuento muchas felicidades por tu imaginacion jeje .. baii