viernes, 17 de julio de 2009

Francisco y las ranas tercera parte

Francisco llegó a la conclusión de lo aburrido que era el trabajo de detective. Elías parecía disfrutarlo al extremo, permanecía horas hablando en los sueños de Francisco, sobre conjeturas y pistas. Francisco estaba harto y en repetidas ocaciones se lo expresó a Elías, le gritaba lo más fuerte que podía en sus sueños pero al parecer Elías tambien controlaba el sonido.
El día en que apareció el cadaver del vigilante y las ranas el pueblo quedó consternado. Que crimen tan grande matar aquellas inocentes ranas ¿que miserable ser lo haría? aquellas criaturas hermosas que no hacían más que vagar por los bosques y las junglas, con la maravillosa y sensilla accion de solo existir. Todos amaban las ranas, todos, desde los remotos tiempos del imperio indigena; desde la llegada del hombre; desde que hay memoria; han adorado a las ranas del pueblo de las ranas...
-¿quien se ha atrevido?- dijo Don Joaquin el hombre de la mercería
-¿como han podido acerles esto?- dijo doña María
-que lamentable y doloroso- dijo con voz de rana Bub la rana roja con manchas purpuras
La gente se había reunido en aquella esquina, en el callejón los cuerpos llacían de la siguiente manera: una rana se encontraba despedasada de una tajada con las tripas de fuera al pie de un poste de luz mercurial, la segunda se encontraba recargada bajo una barda desmembrada, la tercera estaba tan horriblemente desfigurada que ni siquiera tengo el valor de describirla, el humano estaba a mitad de la calle dejado allí para que cualquiera pudiese atropellarlo. Obviamente había sabanas sobre cada uno de ellos y los policías no dejaban pasar a los tranceuntes. Tres sabanas pequeñas para las ranas y una sabana grande para el vigilante. Elías estaba tan exaltada que trataba de pasar a los oficiales de policía con la única intención de investigar la escena del crimen. Francisco estaba asquiado y por un corto momento recordó cuando, en un viaje hacia la capital, encontró en una esquina a un perro muerto deborado por un enjambre de ratas. "La muerte es un acontesimiento desagradable, le revuele el estomago a uno" se dijo.
-Aver agansen pa´ ayá- dijo un policía
-¿Que clase de animal pudo hacer esto?- preguntó doña Ines
-Ningun animal ha operado con tal malicia antes, esto es un acto sangriento y de ilogica justificación, este es el inicio de una tormenta que no cezará facilmente- todos (humanos y ranas) quedaron facinadas y facinados, pues la voz era inconfundible y les hizo a algunos tener ganas de arrodillarse. Pues desde la cumbre de una rama emergían estas palabras en ronca voz de rana pero en lengua de humano. Recostada pansa abajo se encontraba la rana arboricola. -Saben bien hermanos y hermanas vivos que de ahora en adelante debemos temer de las sombras, por que esto es obra de un asesino tal vez rana, tal vez sapo, probablemente humano o todos ellos, tal vez un dios o un demonio, no lo se ni puedo saberlo. Saben que la muerte es espelusnantes por ende recomiendo cuidar la vida de cada uno, no esten solos nunca- Al haber dicho esto huvo un silencio incomodo, pues no había palabra que discutirle a la rana más sabia del mundo. De un gran salto la rana arborícola viajó hacia una rama y de esa a otra y así susesivamente hasta que se perdió de la vista y de la imaginación.
-Bueno, mejor me voy a trabajar, esas paginas no se cambian solas- se dijo en voz alta Francisco, con su caraterística imprudencia, con el propocito de acabar con el silencio incomodo y de paso molestar a algunos vecinos, pues el ecenario en el que se enconraba no era el indicado, habían cadaveres de tres ranas destripadas y un vigilante en desconocidas condiciones, despues de todo. -cuando sea grande quiero ser una rana arboricola mamá- le dijo un niño a su mamá
-no puedes mijo, necesitas ser una rana primero- Le dijo su madre. Años despues de la tragica muerte de la rana arboricola el niño enloqueció y comenzó a trepar árboles y saltar de rama en rama desnudo. Nadie recuerda el nombre del niño todos los llaman el hombre arboricola. Desapareció un invierno, algunos creen que murió congelado, otros que trato de trepar la cima del árbol más grande de la selva y cayó desde la punta.
-Elía eres un tonto, como me quieres meter en esto, estoy arto de ti, esto es demasiado peligroso, ¿no oíste lo que la rana arboricola dijo?- Elías estaba medio despierto, lo que en él significa muy despierto; pero se hacía el dormido.
El día transcurrió exactamente como el anterior, con la excepción de que a la hora de la comida, Francisco no oía más que chismes y platicas relacionadas con el asunto de la mañana, estaba harto, por que por más que oía del asunto más quería alejarse pero sabía que Elías era una rana rencorosa y arisca capaz de lo que fuera necesario para satisfacer sus necesidades de grandesa. En dos ocaciones Elías durmió a Francisco en el trabajo solo para contarle cosas de criminología que obviamente Francisco no comprendía. Elías seguía en lo suyo jugando al detective y lo peor era que Elías dibujaba en los pensamientos de Francisco imagenes soporiferas, grotescas. Por primera vez Francisco odió la criminología.
Al regresar a su casa francisco repitió su rutina nocturna y finalizó leyendo un libro de Artur Clarck en su cama.
A la mañana siguiente aparecieron en el interior de una casa abandonada dos señoras y dos ranas muertas. Con la sangre escribieron a un costado de la escalera: "La reyna de las moscas regresará para redimirlos".

En memoria de René Alonso "el gran periodista regiomontano", pocos como él existen y existirán; aunque se que se perdió en el tiempo y quedó inmortalizado en mi mente; extrañaré su voz cada mañana en "Punto de partida" nunca lo conocí en persona pero se que fue increiblemente culto e imparcial, siempre promotor del razonamiento popular, de la lectura y la investigación, amigo de mi tío Roberto Benavides. Descansa en paz y en la memoria, unete a la eterna sabiduría que existe a nuestro alrededor y se llama universo.

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