viernes, 17 de julio de 2009

Francisco y las ranas tercera parte

Francisco llegó a la conclusión de lo aburrido que era el trabajo de detective. Elías parecía disfrutarlo al extremo, permanecía horas hablando en los sueños de Francisco, sobre conjeturas y pistas. Francisco estaba harto y en repetidas ocaciones se lo expresó a Elías, le gritaba lo más fuerte que podía en sus sueños pero al parecer Elías tambien controlaba el sonido.
El día en que apareció el cadaver del vigilante y las ranas el pueblo quedó consternado. Que crimen tan grande matar aquellas inocentes ranas ¿que miserable ser lo haría? aquellas criaturas hermosas que no hacían más que vagar por los bosques y las junglas, con la maravillosa y sensilla accion de solo existir. Todos amaban las ranas, todos, desde los remotos tiempos del imperio indigena; desde la llegada del hombre; desde que hay memoria; han adorado a las ranas del pueblo de las ranas...
-¿quien se ha atrevido?- dijo Don Joaquin el hombre de la mercería
-¿como han podido acerles esto?- dijo doña María
-que lamentable y doloroso- dijo con voz de rana Bub la rana roja con manchas purpuras
La gente se había reunido en aquella esquina, en el callejón los cuerpos llacían de la siguiente manera: una rana se encontraba despedasada de una tajada con las tripas de fuera al pie de un poste de luz mercurial, la segunda se encontraba recargada bajo una barda desmembrada, la tercera estaba tan horriblemente desfigurada que ni siquiera tengo el valor de describirla, el humano estaba a mitad de la calle dejado allí para que cualquiera pudiese atropellarlo. Obviamente había sabanas sobre cada uno de ellos y los policías no dejaban pasar a los tranceuntes. Tres sabanas pequeñas para las ranas y una sabana grande para el vigilante. Elías estaba tan exaltada que trataba de pasar a los oficiales de policía con la única intención de investigar la escena del crimen. Francisco estaba asquiado y por un corto momento recordó cuando, en un viaje hacia la capital, encontró en una esquina a un perro muerto deborado por un enjambre de ratas. "La muerte es un acontesimiento desagradable, le revuele el estomago a uno" se dijo.
-Aver agansen pa´ ayá- dijo un policía
-¿Que clase de animal pudo hacer esto?- preguntó doña Ines
-Ningun animal ha operado con tal malicia antes, esto es un acto sangriento y de ilogica justificación, este es el inicio de una tormenta que no cezará facilmente- todos (humanos y ranas) quedaron facinadas y facinados, pues la voz era inconfundible y les hizo a algunos tener ganas de arrodillarse. Pues desde la cumbre de una rama emergían estas palabras en ronca voz de rana pero en lengua de humano. Recostada pansa abajo se encontraba la rana arboricola. -Saben bien hermanos y hermanas vivos que de ahora en adelante debemos temer de las sombras, por que esto es obra de un asesino tal vez rana, tal vez sapo, probablemente humano o todos ellos, tal vez un dios o un demonio, no lo se ni puedo saberlo. Saben que la muerte es espelusnantes por ende recomiendo cuidar la vida de cada uno, no esten solos nunca- Al haber dicho esto huvo un silencio incomodo, pues no había palabra que discutirle a la rana más sabia del mundo. De un gran salto la rana arborícola viajó hacia una rama y de esa a otra y así susesivamente hasta que se perdió de la vista y de la imaginación.
-Bueno, mejor me voy a trabajar, esas paginas no se cambian solas- se dijo en voz alta Francisco, con su caraterística imprudencia, con el propocito de acabar con el silencio incomodo y de paso molestar a algunos vecinos, pues el ecenario en el que se enconraba no era el indicado, habían cadaveres de tres ranas destripadas y un vigilante en desconocidas condiciones, despues de todo. -cuando sea grande quiero ser una rana arboricola mamá- le dijo un niño a su mamá
-no puedes mijo, necesitas ser una rana primero- Le dijo su madre. Años despues de la tragica muerte de la rana arboricola el niño enloqueció y comenzó a trepar árboles y saltar de rama en rama desnudo. Nadie recuerda el nombre del niño todos los llaman el hombre arboricola. Desapareció un invierno, algunos creen que murió congelado, otros que trato de trepar la cima del árbol más grande de la selva y cayó desde la punta.
-Elía eres un tonto, como me quieres meter en esto, estoy arto de ti, esto es demasiado peligroso, ¿no oíste lo que la rana arboricola dijo?- Elías estaba medio despierto, lo que en él significa muy despierto; pero se hacía el dormido.
El día transcurrió exactamente como el anterior, con la excepción de que a la hora de la comida, Francisco no oía más que chismes y platicas relacionadas con el asunto de la mañana, estaba harto, por que por más que oía del asunto más quería alejarse pero sabía que Elías era una rana rencorosa y arisca capaz de lo que fuera necesario para satisfacer sus necesidades de grandesa. En dos ocaciones Elías durmió a Francisco en el trabajo solo para contarle cosas de criminología que obviamente Francisco no comprendía. Elías seguía en lo suyo jugando al detective y lo peor era que Elías dibujaba en los pensamientos de Francisco imagenes soporiferas, grotescas. Por primera vez Francisco odió la criminología.
Al regresar a su casa francisco repitió su rutina nocturna y finalizó leyendo un libro de Artur Clarck en su cama.
A la mañana siguiente aparecieron en el interior de una casa abandonada dos señoras y dos ranas muertas. Con la sangre escribieron a un costado de la escalera: "La reyna de las moscas regresará para redimirlos".

En memoria de René Alonso "el gran periodista regiomontano", pocos como él existen y existirán; aunque se que se perdió en el tiempo y quedó inmortalizado en mi mente; extrañaré su voz cada mañana en "Punto de partida" nunca lo conocí en persona pero se que fue increiblemente culto e imparcial, siempre promotor del razonamiento popular, de la lectura y la investigación, amigo de mi tío Roberto Benavides. Descansa en paz y en la memoria, unete a la eterna sabiduría que existe a nuestro alrededor y se llama universo.

miércoles, 11 de febrero de 2009

sábado, 17 de enero de 2009

domingo, 4 de enero de 2009

El naufrajio y la tarde (segunda parte)

Al día siguiente Mosby se levantó como solo saben hacerlo los hombres deseosos de comenzar un nuevo día. Por primera vez apreció los hermosos detalles que vivían en el papel tapiz de su cuarto, en la madera de su closet, en la suave alfombra, en el marco de la ventana. Era un nuevo día, su primer día de vida, ¿Podía pedir algo mejor?

Pacientemente esperó a que Cecilia llegara a levantarlo, pero se necesita entrenamiento para aguantar una hora. El viejo Mosby llamó a las enfermeras en busca de una explicación. Patricia (Una de las más antiguas enferemeras del acilo) llegó apresuradamente a la habitación del anciano. Se le veía una expresión de temor en su rostro, despues de todo era bien sabido que Mosby, uno de los ancianos más cascarrabias que alguna vez conoció el acilo "Nuevo Eden", no le hablariá a una enfermera si no era para morirse enfrente de ella y escupirle sangre en la cara como despedida.

-...Patricia... ¿sierto?- Preguntó el señor Mosby, esperando verdaderamente una respuesta, por que a pesar de estar en ese reclusorio 4 años, jamás le interesó memorizar el nombre de la enfermera. Patricia acintió con la cabeza.
-Disculpa ¿Donde está Cecilia?-
-Cecilia se reportó enferma en la mañana-
-¿Que es lo que tiene?-
-No me lo han dicho, tan solo me dijeron que lo atendiera mientras ella se repone-
¿Que importancia había que Patrcia estuviese allí? Probablemente sería por un breve lapso de tiempo y despues llegaría Cecilia a cuidarlo nuevamente. Pero Cecilia no regresó al siguiente día, ni al siguiente del siguiente. En su cabeza se comenzarón a formar telarañas de posibilidades despues de la tercera vez que la esperó. "Probablemente tenía algo grave" le preocupaba por un lado; "o sería que se había cansado del viejo señor Mosby" le enfurecía. Cecilia era tan hermosa, él ya era un anciano sin dientes, no había posibilidades de cualquier modo. El señor Mosby recordó, al sexto día, que él había comenzado a vivir. Cecilia era solo una joven con tanto que vivir y madurar. El señor Mosby era demasiado viejo para esperarla de cualquier modo.

Al día siguiente se sintió nuevamente rejuvenecido. Le pidió a Patricia que le abriera las ventanas y se les quedó mirando una media hora con una enorme felicidad. En esos momentos (en los que se desprendió de la presencia de la imponente vida natural) le vinieron a la mente recuerdos fugaces, que jamás había contemplado. El señor Mosby fue alguna vez marinero, había sido pescador en sus inicios y mensajero posteriormente. Recoró un cielo tan hermoso, lleno de colores, que jamás había amado tan ardientemente como lo estaba haciendo en el momento en que lo levantaban de su cama y lo sentaban en la silla de ruedas. El día en que vió aquel cielo pescaron un demonio rojo junto con los atunes y camarones de las redes; los demonios rojos eran tan atípicos en esos días que al siguiente día todos los pescadores excepto él y Wiliam (un amigo suyo) renunciaron llegando a tierra. Al siguiente día solo el señor Mosby, Wiliam y el capitan, hecharon las redes, era indispensable la buena pesca por que la compañía estaba al borde de la bancarrota. Mientras estaban las redes en el agua el señor Mosby le asignaron la tarea de limpiar la cubierta. Wiliam, en cambio, tenía que vijilar las redes. Se escuchó un grito al cabo de una hora. Mosby y el capitán corrieron a toda prisa hacia la fuente del grito. En ese momento un enorme diablo rojo arrastraba a Wiliam al mar. Era tan grande que no le había costado mucho trabajo saltar a la proa y extender sus enormes tentaculos para secuestrar a Wiliam. El calamar regresó a las profundidades con el hombre entre sus tentaculos y lo engulló en el abismo quizás durante toda la eternidad.

Es un recuerdo triste pero estoy vivo. Pensaba el señor Mosby. Más tarde, de haber vivido aquella experiencia, descubrió en un libro, que los demonios rojos solo atacan a pescadores en el Oceano Pacífico y que lo hacen de noche.

Mosby tenía aún más historias para contarle a sus nietos, si tan solo los viera. Historias como el pez prehistorico que sabía a tierra (al que llamaban celacanto), las sierenas del mar Mediterraneo, las brujas de México. Historias tan asombrosas como el capitan Mosby. Patricia lo sacó al día tan hermoso que iluminaba sobre sus cabezas. El señor Mosby le contó algunas historias y Patricia olvidó los recentimiento que le tenía, parecía haber entendido que ya era un hombre nuevo. El señor Mosby se sintió agusto, por que en aquellos días en que Cecilia no estaba había hecho amistad con casi todo el acilo.
-Cecilia se tomó unas vacaciones- le reveló Patricia al anciano -Me lo dijo como secreto hace poco-
-No se si valla a regresar, ella estaba muy cansada de este lugar-
-Pero Cecilia parese muy buena persona y parecía amar su trabajo ¿Entonces por que diría eso?- Le preguntó el señor Mosby por que no podía creerlo
-Así son las personas, crees conocerles pero es imposible hacerlo- La gente inventó los secretos precisamente por que no quería que nadie los conociera, la distorción de la realidad es una ley inmutable. Cecilia era una persona despues de todo.

A la mañana siguiente regresó Cecilia, tenía una sonrrisa egoísta en su rostro.

domingo, 28 de diciembre de 2008

deseos de año nuevo del señor Pera y Pedro


O querido año nuevo, el señor pera y yo no nos hemos portado del todo mal en tu hermano 2008; y hemos contribuído, además, a difamar todos los defectos que él tenía. Por eso queremos darte una lista con todo lo que deseamos, (que esperamos cumplas o seguiremos igual de amargados como siempre, es una amenaza) La lista no va en orden. No incluye propositos de año nuevo por que no creemos cumplirlos:
Pedro: Por favor, exijo nuevos capitulos de Mission Hill, ¿Por qué esta gran serie animada no pudo seguir adelante? almenos acabar los capitulos que le faltaban, es una serie ralmente buena, artistica y graciosa. Tan siquiera dejame ver de nuevo los capitulos por cartoon network o algo así, puedo levantarme a las 3 o 2 de la mañana para verlos.

Pedro: Nuevos capitulos del invasor zim por favor.
Sr. Pera: Hacía mucho queno hablaba y que estaba ausente, por eso no voy a malgastar mi primer dialgo en quejarme como lo ha heho Pedro, prefiero ocuparlo sitando un poema que compuse:

Oh, hermosa señora cara de papa
Sepa usted que la quiero más que a las abas
¿Por qué no deja a su esposo
para estar en mi aren amoroso?
Quiero untarle mantequilla
Y hacerla eternamente mía

Pedro: Que me valla bien en la facu
Pedro: Que el movimiento estudiantil griego sobrepase fronteras
Pedro: Que el che sea recordado no solo por el logo de las playeras y las gorras
Pedro: Que la gente lea más y yo también
Sr. Pera: Que Pedro no sea aburrido y que no se queje tanto
Sr. Pera: Paz y amor para los terricolas
Sr. Pera: Una novia para Pedro
Pedro: Bueno si voy a tener una novia, que me soporte, que sea bonita, inteligente,
Sr. Pera: Pides demasiado, desde que empezaste a pedir que te soporte
Sr. Pera: Que le caiga un rayo al Mostachón (chiste de polivoces)

Sr. Pera: Exito para las bandas in-ds (las buenas)
Pedro: Que los pandistas vean sus herrores o que oigan mejor musica, las dos son buenas
Sr. Pera: de la iglesia y el papa el mejor asierto (chiste de rosario)

martes, 23 de diciembre de 2008

Francisco y las ranas 2da parte

Elias estuvo más alterado que de costumbre, si es que alguna vez estuvo alterado.

El día se había ido volando para Francisco y su rana, Francisco con sus estratagemas futuras y Elias leyendo pesados libros sobre investigación forense y en sus descansos de Artur Conan Doile. Francisco estaba preocupado y a la vez imprecionado, Elias no pasaba de un capitulo antes de la cena, se quedaba dormido al instante despues de pasar el último reglón. Francisco anciaba llegar a su casa y dormir para que Elias le dijera lo que le susedía.

El día transcurrió como siempre pero con rumores silenciosos tras las paredes. Francisco se cortó dos veces con las hojas de plastico de los libros de ciencias naturales que trataba de leer una enorme rana gris, detestaba a esa rana por que parecía disfrutar su dolor.

Concluyó al fin el cansado día de trabajo. Elias regresó dormido a la casa, había sido demasiado esfuerzo para él permanecer despierto tanto tiempo. La rana permaneció dormida, incluso en la hora de la cena. Francisco terinó de cenar, se bañó y se fue a la cama. Al domir descubrió con ancias que Elias no lo esperaba, siguió durmiendo y despues de dos horas de soñar con animales y acontecimientos ilogicos, la rana apareció en el planeta de los sueños de Francisco.
-Por fin has llegado Elias, te estuve mucho tiempo esperando- La rana no respondía a menos que le hablara por su nombre antes
-Si, esque tuve unos copromisos que resolver antes-
-¿Y que ha sido todo eso en la biblioteca? me tienes muy preocupado, nunca te había visto tan exaltado-
-Ha sido por lo que ocurrió hoy en la carnicería-
-Si, pobre señor Felipe, vendía buenas carnes y era muy honrrado-
-Esto jamás había pasado, algo grave esta apunto de ocurrir, la muerte de un hombre como él a sangre fría nunca será un accidente-
-¿Y que esperas que hagamos? eso le concierne únicamente a la policía-
-No seas tonto Francisco, la policía de nuestro pueblo jamás tuvo un caso como este sobre sus pesuñas...-
-¿De nuevo con tu anarkismo? este es mejor lugar para vivir de lo que piensas-
-Me considero socialista nunca un anarkista, no dudo de sus habilidades, solo dudo que sus habilidades sean suficientes para resolver un asesinato-
-Una rana socialista ¿Que significa eso? bueno supongo que has leído lo suficiente para defender tus posturas; solo quiero saber que es lo que quieres hacer-
-Es obvio Francisco...-
-Este asesinato no es diferente al de los narcotraficantes-
-...te equivocas, este asesinato es diferente a todos- Elias saltó en una piedra purpura a la orilla de un lago de luz -Hay algo siniestro tras este asesinato, lo se por que en el pueblo de las ranas no hay narcos, ninguna rana pudo prever este asesinato, puedo sentir algo oscuro-
- Olvidalo Elias, yo no me meteré en esto, solo tendremos más problemas, solo conseguiremos que nos maten...-
-En el fondo no puedes tenerle tanto miedo a la muerte, si no resolvemos este caso estoy seguro de que más personas seguirán muriendo-
Los montes y los valles imaginarios fueron desapareciendo poco a poco, los animales difusos y las sensaciones que simulaban la realidad tambien lo fueron haciendo. Elias se hizo lejano y más tarde desapareció en un haz de luz dibujado. Por un momento Francisco se encontró flotando por el espacio, lo sabía por que podía ver las estrellas.
Se levantó cansado y bajó su mirada con ojos entrecerrados.
-Maldito Elias, olvidaba que tambien podía controlar los sueños. Siento como si haya dormido solo 2 horas y 10 minutos-
Elias seguía dormido.
-Olvidalo Elias, no te ayudaré- le dijo molesto
Su sueño regresó, un universo blando le rodeaba y Elias estaba frente a él.
-Si lo haras; o no te dejaré descansar jamás-
-¡¿tambien puedes dormir a la gente?!-
-Solo puedo hacer explotar los sueños en la cabeza de las personas-
-Está bien lo haré-
-No te muestres enojado, ambos sabemos que tienes una extraña necesidad de complacer a los demás-
Despertó de nuevo y ya se la había hecho tarde para ir al trabajo. Despues de maldecir un rato a Elias salió de su casa con la rana dormida sobre su palma. Ese día aparecieron muertas 2 ranas y un vigilante.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Francisco y las ranas

Como cada historia de cada día, esta tambien empieza en el despertar. Ese día Francisco se sintió un poco más ligero en comparación con todos los días. Al despertar, como ocurre en el pueblo de las ranas, lo primero que se escucha son los croares; si no es que en los sueños tambien lo haces.

Desde muy pequeño, Francisco era amante de las ranas (usando amante en el sentido de que rendía largas horas de su vida cuidandolas y estudiandolas) Su primera rana probablemente fue Joc, una rana verde menta con lunares azul brillante. Joc fue una de las ranas más raras que alguna vez tuvo. Tenía un caracter muy particular. Amaba perseguir locamente ranas hembras, por donde las hubiera. En ocaciones elaboraba peligrosos saltos con el único objetivo de perseguirlas. Lo más curioso era que, cuando por fín las atrapaba, en vez de tratar de aparearse con ellas (como muchos probablemente pensaron) dormía un rato pansa-arriba sobre el lomo de la hembra. Las hembras no podían quitarselo de encima, ni siquiera dando rápidos saltos (quizas tenía un pegamento fisiologico especial para hacer este tipo de suertes). Cuando Joc había descansado lo suficiente daba un salto y regresaba a las manos de su dueño.

Por las noches era una rana diferente, se la pasaba dormitando, viendo la televisión o leyendo algunos libros. Los libros le encantaban, claro que no podía abrirlos ni darles vuelta a sus páginas, por eso Francisco siempre estaba pendiente de lo que su erudito amigo necesitara.

Probablemente esa fue la razón por la que Francisco leyó tantos libros en tiempos de Joc. Por que al igual que su amigo, él tambien trataba de desifrar lo que palabras tan complejas como "portentoso" o "abigarrados" querían decir. En un principio, Francisco odiaba estar obligado a leer a la misma velocidad que la rana para poder darle vuelta a la hoja; pero era necesario, su amigo no lo dajaba descansar si no leía sus dos o tres capítulos diarios, de libros diferentes. Los libros favoritos de Joc alguna vez fueron El gigante Gargantúa y Pantagruel y la divina comedia, por alguna extraña razón las ranas siempre han sido adeptas a los libros medievales y renacentistas. Tambien le gustaban libros de la época como "Cien años de soledad" o "el laberinto de la soledad"; "el callejón de los milagros" y hasta "el extranjero" de Camus. Y aunque a la mayoría de las ranas no les gustaba leer poesía, Joc disfrutaba profundamente los versos de Lorca y de Neruda, casi como un extasis anfibio.

Regresando al presente. Francisco tiene 19 años y cada vez que dice que es amante de las ranas tiene que decir: "soy amante en el sentido metaforico de la palabra, como un hombre puede amar a la vida o a un cigarro" por que el albur y el doble sentido llegaba hasta el pueblo de las ranas y esa simple frase podía convertirse en una abominable interpretación sexual.


Con el croar perpetuo, que ya casi era como el silencio, Francisco comía pacientemente sus huevos revueltos y frijoles. Había conseguído un trabajo en la biblioteca del pueblo. No conocía un trabajo mejor para él. En la mayoría de las bibliotecas no son permitidos los animales; pero en la del pueblo de las ranas hay hasta secciones especiales para las ranas. No era sorperesa que la biblioteca estuviera llena de ranas leyendo libros sobre las mesas. No era necesario callarlas por que respetaban las reglas y no croaban hasta salir de la biblioteca. Era un trabajo sencillo y bien pagado.


El plan de vida de Francisco no estaba bien forjado aún, por que tenía años de no pensar en él. Aún vivía con sus padres. La semana pasada vino volando hacía él la idea de comprar un apartamento. Desde hace mucho tiempo que ahorraba dinero, sin ninguna intención en especial, solo por habito instintivo. El Domingo estuvo todo el día en la calle viendo departamentos. Entre todos los que había en el pueblo de las ranas había rescatado unos 4 como sus primeras opciones. Su madre aún no despertaba y su padre ya se había ido a trabajar a la ferretería desde las siete de la mañana.


Para las 8 de la mañana ya estaba arreglado y listo para ir a la Biblioteca. Como parte final de su ritual matutino fue a despertar a Elias (la rana que había estado criando en estos últimos días). Era una rana cuya única afición era explorar las posibilidades del sueño. Francisco comprendió que el afan de la rana, por dormír incluso en las avenidas, no era un problema de cansancio o neurológico. Ya que, durante un sueño que tuvo hace unos meses, fue rescatado por una rana purpurea de un dragón horrible(que pudo haber representado una pesadilla) mas tarde se dió cuenta de que aquella rana no era otra que Élías, que con su maestría en dormir había resuelto viajar por los sueño de las personas y las ranas. A menudo tiene largas conversaciones con Elías en los sueños. Para su corta edad (1 año) Elias tenía una enorme sabiduría.


Las calles de siempre le fueron pareciendo más deshabitadas que de costumbre. Elías seguía dormido en su mano. Lo llevaba todos los días a la biblioteca, en ocaciones se levantaba y leía algo de Platón o de Socrates. De pronto vió a unas ranas a lo lejos saltando a toda velocidad hacia la carnicería. Al doblar en la esquina vieron a toda la gente reunída y las ranas en el suelo. Se abrieron paso entre todas las almas para darse cuenta de que Felipe (el dueño de la carnicería) llacía tirado en el piso, ensangrentado, muerto como los cerdos que vendía.

jueves, 13 de noviembre de 2008

patetica discución con una cucaracha

Me disgusta que me llamen sr. Lalo, es más sensillo Eduardo o Edy. Por más que incisto que me dejen de llamar así, como si fuera un juego, los cobradores incisten aún más en llamarme sr. Lalo. Recientemente adquirí un domicilio, es un apartamento sencillo, nada especial.



Hace una semana me ocurrió la cosa más rara, regresé temprano como todos los viernes, y al abrir la puerta encuentro lo usual. Unos periodicos de hace 2 días, la contestadora con mensajes de mi mamá, correspondencia (en su mayoría mala, como lo es la mayoría de la correspondencia) me dirijí al sillón y prendí la tele antes de sentarme. Pero cuando de reojo miro los cojines mi vista nota algo fuera de lugar, un punto negro, y en un instante me doy cuenta de que es una cucaracha, enorme cucaracha. Mi reflejo fue un movimiento brusco lejos del sillón y un semi-grito. Rapidamente busqué algo con que extinguir la vida de aquel repugnante insecto. Tomé una revista que ya había leído y con mucho cuidado calculé el angulo, la distancia, la fuerza, la velocidad que serían necesarias para acabar con esa cosa de un solo golpe, y en el instante en que mis músculos son contraídos de manera violente exclamo la frase:

-Somos ustedes o nosotros, parasitos.

-¿cual es tu problema ser humano?- me detengo y lo analizo el sonido y de donde viene

-¿Acaso has hablado?-

-Si, ¿cual es su problema?- me insistió- ¿en que momento nos oyeron declararles la guerra?

-En el momento en que se metieron en nuestras salas y contaminaron nuestros hogares-

-Ustedes son los que contaminan el planeta con su presencia-

-Parece que no has visto la posición en la que estas, estas a punto de morir a manos de una revista. Ten más respeto-

sábado, 25 de octubre de 2008

El naufragio y la tarde

-Despierte sr. Mosby, es un grandioso día-
-Tienes razón, seguro es hermoso para tí por que puedes caminar-
-No diga tonterías, usted sabe que no necesita piernas para disfrutar el día- La mujer se dirigió hacia el clóset donde escondían la silla de ruedas -Ande, señor Mosby el mundo lo espera-
-¿Cuando dejarás de hablar así? Ya te he dicho que hoy no quiero salir, solo quiero quedarme en la habitación a ver la televisión. El mundo no es lugar para un invalido como yo-
-Que cosas dice señor Mosby, todos saben que el mundo es para el que quiera tomarlo-
-Hablas como toda una supervillana-
-Ve, ahí estaba su sentido del humor, ¿verdad que no es tan doloroso liberarlo un rato?-
-Te he dicho que te vallas Cecilia, no quiero que estés aquí cuando empiece el programa de concursos- Cecilia tercamente se acercó a él sin prestarle atención a sus palabras, que muchacha tan terca, la silla de ruedas frente a ella y se preparaba para buscarle un atuendo más indicado al sr. Mosby. Por que el anfitrión sería aún más importante que el presidente o el papa, el señor de la naturaleza sería a quien visitarían.
-¿Que tienen ustedes los viejos con los programas de concursos?, ¿que es lo que les atrae más ver ganar a la gente o verlas perder-

El señor Mosby contestó en su mente que lo que más placer le daba era ver la cara de desilusión de los pobres diablos que saborearon la victoria y la dejaron ir por un error diminuto. Le recuerda a alguien, quizás a él.
La joven Cecilia le buscó un abrigo, unos pantalones de lana, unas pantuflas y se dispuso a vestirlo.

-Vamos señor Mosby, lo que tenemos que ver es aún más interesante que un tonto programa de concursos- Utilizando una enorme fuerza de juventud, quizás demasiada para su simple estatura y su exquisita figura. Cecilia levantó al señor Mosby de un fraternal abraso y lo puso sobre la silla.
-Te dije que no lo hicieras. ¿Te divierte ver sufrir a un pobre viejo?-
-Ni siquiera lo hice sufrir, es más, todo lo contrario, lo pienso salvar de ese enorme sufrimiento que es la cama y la televisión-

Cecilia hechó a andar la silla, mientras el señor Mosby miraba al suelo como un berrinche pueril. El señor Mosby no quitaba la vista del brillante piso de madera; pero a su al rededor Cecilia y él se movían entre un pasillo donde los últimos sobrevivientes de su generación se fueron a dormir. No era uno de esos acilos horrendos que todos imaginan; la belleza del lugar era reconfortante, pero la amargura y soledad volvieron la casa el peor lugar para unos seniles aparatos de órganos humanos. Allí fue a terminar lo mejor de la humanidad, lo mejor que quedaba con vida, la experiencia y la sabiduría de las mejores mentes... ¡Si tan solo el tiempo y las enfermedades no los hubiesen embrujado!... El mejor pianista de todos los tiempos tenía artritis, la mejor química Alzhaimer, el mejor cirujano Parkinson, la que más disfrutaba de la lectura y los paisajes tenía cataratas. La mayoría de esos viejos parecían ser una ironía de la vida, una broma cruel.

El señor Mosby había quedado recluido en su alcoba por decisión propia. Ya estaba hastiado de la humanidad. En ocasiones los viejos se ponían a jugar damas chinas, ajedrez o veían la tele en la sala. El señor Mosby en cambio se quedaba recostado en la cama, enfurecido con el mundo.

La enorme puerta, que protegía la casa antigua del exterior, se abrió dejando salir a la joven y al hombre de la silla de ruedas. El día era hermoso, las nubes no alcanzaban a cubrir totalmente el enorme cielo azul y se pintaban de tantos colores como una hermosa pintura renacentista. Los cedros y los robles agitaban sus ramas al compás de la fresca brisa de otoño. Las flores y el pasto brillaban más que nunca. Las montañas descargaban como siempre la sensación de extraña belleza y calidez, de un horizonte tan misterioso como la magia.

Cecilia continuó caminando, con constante calma, mientras el señor Mosby miraba el suelo que ya se había convertido en piedra.
-Mire señor Mosby, que hermoso día-
-Lo estoy viendo y no es tan lindo-
Lo que esa joven no sabía era que el señor Mosby se había cansado de los paisajes. Había visto tantos, se había maravillado en numerosas ocasiones. Ya el día, la noche, la tarde y la madrugada eran esencialmente similares a todos los demás. Ya nada era hermoso. En ese mismo jardín habían otros como él, quizás menos amargados, deambulaban con ayuda.

El momento comenzó a volverse tenso para Cecilia, el señor Mosby no quería hablar. Cecilia comenzó a ir más a prisa, su actualizado sentido del humor no le hizo pensar dos veces, acelerar y correr con la silla de ruedas, para que el señor Mosby sintiera la velocidad que hacía tiempo que no sentía. En vez de refunfuñar, el señor Mosby serró los ojos y dejó que el viento le pegara en la cara y le sacudiera el pelo que se encontraba debajo del sombrero de lana. Por un momento levantó sus dedos como queriendo extender sus brazos para volar.

Hay instantes que te hacen recordar que sigues vivo, el problema con esos momentos es que al pasar el tiempo se van olvidando y se comienza a dudar que hayan existido. Si uno no los atesora como es debido, se escapan y lo dejan a uno desdichado y solo por siempre.

Cecilia lo llevó a una colina donde se podía ver el acilo, el bosque, las montañas y a lo lejos la ciudad.

-Gracias Cecilia- Se oía como si el viejo hubiese renacido o recién salido de una metamorfosis.
-Lamento tratarte así en ocasiones, la verdad me apena mucho que tu seas la única que le preocupo y que te trate de esa manera, de verdad lo siento... Pero con este asunto de la herencia, y de que crié a un montón de malagradecidos- Suspiró viendo al horizonte- Siento que el mundo me asfixia-

Los ecos de animales y el trinar de pájaros sonaban a lo lejos.

-Sabes Cecilia, anoche tuve un sueño. Caminaba por el desierto, me sentía cansado y los rayos solares se sentían tan reales. Caminé la mayor parte del tiempo y mientras lo hacía recordaba mi vida, las cosas que hice y que conocí. ¡Demonios! todo parecía tan real, pensé que moriría... En ese momento vi maderas destrozadas y abigarradas tiradas por doquier. Me di cuenta que era un naufragio y busqué el mar sin éxito. Me pregunté que hacía un barco en un desierto que incluso el Nilo temía. Sin logica comencé a buscar sobrevivientes. Desesperado levanté cada madera que veía y debajo de una se encontraba un madero con el nombre del barco: "amor del cielo". Recordé una cosa que viví, por si no lo sabías una vez naufragué en una isla de Sudamérica. Me di cuenta que la razón por la que caminaba por el desierto era por que yo era el naufrago y deduje que buscaba auxilio; pero solo pude dar vueltas en círculos. Otras veces en mi vida he sentido miedo, pero en ese momento lo sentí muy profundo, como calcinante, vi mi cuerpo alejándose a la distancia y yo volviéndome viejo. Nunca me di cuenta de como envejecía, pero ver mis años pasar en aquel sueño me hicieron sentir distante de la vida-
-Eso es sorprendente- dijo Cecilia muy seria -Nunca supe que hubiese vivido un naufragio-
-ya me cansé de guardarme estas cosas, creo que de alguna forma todos hemos naufragados en nuestras vidas, nos sentimos confundidos, solos, perdidos, sin esperanza. Pero ese naufragio duró toda mi vida. Y aún despues de haber sido rescatado aquella vez seguía sintiéndome en aquella isla, encarcelado de vivir- En otro momento se pudo contradecir, pero por ahora solo se dejaba llevar por el momento. El Señor Mosby jamás pensó que aquello era un sueño.

El señor Mosby comenzó a enamorarse de Cecilia aquel día

Era una lastima que a los 78 años apenas empezaba a vivir.

...continúa…

martes, 14 de octubre de 2008

gracias gracias, adios

Me duele tanto haberme deshecho de mis hijos, aunque todos eran unos viles bastardos (en leves ocaciones) me daban una libertad de escribir sobre divesrsos temas y mantener organizadas mis ideas. Probablemente no hayan conocido a mis hijos y por consiguiente no saben quienes son. Bueno mis hijos son el buen: cometa 502 dibujillos, rincon literario, música y el atrabancado pero silencioso política. Hace poco, en un momento de depresión e inspiración simultania (pueden apreciarla más abajo) decidí ponerles fin a sus vidas borrandolos para siempre del civerspacio. Fue una desición un poco imprudente, puede ser, por que ni siquiera dí explicaciones o advertí a los integrantes de aquellas melancólicas paginas.
Por esta razón quiero agradecer a aquellos que me ayudaron con sus escritos, en especial a Erik y a Adrian que dedicaron mucho tiempo en escribir los que me pasaron (podemos deducirlo por la cantidad de renglones que acaparaban el infinito espacio de una entrada) y pues yo la verdad ni les dediqué tiempo a las entradas. Probablemente se den una sorpresa cuando noten que ya no pueden abrir la pagina, en ese caso dejenme ser el primero que dice ¡Sorpresa!
La verdad, no se que va a ser de este nuevo blog, mis espectativas son paradojicamente altas y bajas. Probablemente sea mi último "show" en el mundo de los blogs, o sea el inicio de algo grande. De cualquier manera trataré de lanzarlo a flote, creo que puedo subir mis insignificantes cuentos o inventar nadamás para esta página, tal vez pueda subir mis dibujillos (he mejorado un poco y tengo unas buenas historias), tambien puedo hablarles un poco de mi vida. Emmm pensandolo bien ¿a quien le estoy hablando? probablemente nadie lea este blog, no pss resolví hacerlo así, hablaré con migo mismo en caso de no ser escuchado, espero que no les paresca de locos...